La maternidad porcina es una etapa crítica dentro del ciclo de producción, donde se concentran los cuidados más delicados tanto para la cerda como para los lechones recién nacidos. Esta fase inicia durante los últimos cuatro días de gestación y se extiende en promedio por 33 días de lactancia. Durante este tiempo, se busca evitar problemas como el aplastamiento de los lechones y asegurar su correcto desarrollo en los primeros días de vida.
En la mayoría de los sistemas productivos, la maternidad se lleva a cabo mediante el uso de jaulas individuales. Aunque estas estructuras permiten cierto control sanitario y reducen el riesgo de daño a las crías, también limitan el movimiento de la cerda y su interacción natural con los lechones. Por esta razón, el diseño del corral debe cumplir con ciertas medidas, para asegurar un espacio apto para ambos.
Este período del ciclo reproductivo, se considera uno de los más complejos, ya que implica el manejo simultáneo de dos “seres” con necesidades diferentes. Por un lado, se tiene a la cerda con altos requerimientos energéticos y a los lechones en un proceso de adaptación. El manejo adecuado de esta fase, se traduce a tener mejores resultados reproductivos y menor mortalidad de la camada.
Otro factor clave a tener en cuenta, es la alimentación. Las cerdas deben consumir entre 12 y 20 litros de agua diarios en climas frescos y hasta 40 litros en temporadas cálidas. Además, la calidad del agua debe cumplir con controles sanitarios rigurosos y así eliminar minerales nocivos y contaminantes como nitratos.
En cuanto a la dieta, es indispensable ajustarla según la etapa reproductiva, el número de crías y la condición corporal de la cerda, ya que un déficit nutricional puede provocar desde una menor producción láctea hasta una reducción en el tamaño de camadas futuras, además de acortar la vida útil de la madre. Por ello, es esencial llevar un control riguroso de la alimentación, que incluya el monitoreo del comportamiento alimenticio de cada cerda, la forma en que se administra el alimento (húmedo o seco) y la frecuencia diaria. Estos detalles, aunque puedan parecer menores, marcan la diferencia entre un sistema eficiente y uno que compromete la salud de los animales y la rentabilidad del productor.
En definitiva, la maternidad porcina representa un eslabón fundamental en la cadena productiva, donde el bienestar animal, el manejo adecuado y la nutrición estratégica, deben ir de la mano para alcanzar resultados óptimos. Comprender la importancia de esta etapa y aplicar buenas prácticas, no solo mejora la supervivencia y el desarrollo de los lechones, sino que también prolonga la vida de la cerda.
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